WASHINGTON (16 de julio del 2019)—El aumento del calor potencialmente letal causado por el cambio climático afectará a cada uno de los estados continentales contiguos de Estados Unidos en las próximas décadas según dos estudios preparados por la Union of Concerned Scientists (UCS) publicados hoy: un nuevo informe y el estudio revisado por pares publicado en Environmental Research Communications que le suplementa. Para mediados de este siglo, habrán pocos lugares que no se vean afectados por el calor extremo, y a finales del siglo, sólo unas pocas regiones montañosas serán refugios del calor extremo, según los estudios.
Sin acción global para reducir las emisiones de gases que atrapan el calor, la cantidad de días por año en los que el índice de calor, también conocido como sensación térmica, supera los 100 grados Fahrenheit (37,8°C) alcanzaría más del doble de los niveles históricos a un promedio de 36 días a través del país para mediados del siglo, y aumentaría cuatro veces a un promedio de 54 días para finales de siglo. El promedio de días por año en todo el país con una sensación térmica de más de 105 grados Fahrenheit (40,5°C) aumentaría más de cuatro veces a 24 días para mediados del siglo, y aumentaría ocho veces a 40 días para finales del siglo.
“Nuestro análisis muestra un futuro más caluroso que es difícil de imaginar hoy”, dijo Kristina Dahl, científica climática sénior de UCS y coautora del informe “Calor fatal en los EE.UU.: decisiones sobre el clima y el futuro de días peligrosamente cálidos.” Dahl también indicó que “en todas partes, la gente experimentará más días de calor peligroso, incluso durante las próximas décadas. Para fines de siglo, si no se toman medidas para reducir las emisiones globales, partes de Florida y Texas experimentarán, en promedio, el equivalente de al menos cinco meses al año con una sensación térmica que supera los 100 grados Fahrenheit (37,8°C), y la mayoría de dichos días superarían incluso los 105 grados Fahrenheit (40,5°C). Durante algunos días, las condiciones serían tan extremas que excederían el límite superior de la escala de sensación térmica (“heat index”) del Servicio Meteorológico Nacional y no se podría medir la sensación térmica. Tales condiciones podrían plantear riesgos sin precedente para la salud”.
En Estados Unidos hoy en día, estos días en los que la sensación térmica no se puede medir sólo ocurren en el desierto de Sonora, ubicado en la frontera sur de California y Arizona, donde históricamente menos de 2.000 personas viven y han estado expuestas, en promedio, al equivalente de una semana o más de estas condiciones por año. Para mediados de este siglo, estas condiciones que no se pueden medir se extenderían a otras partes del país, y áreas que actualmente albergan a más de 6 millones de personas se someterían, en promedio, a dichas condiciones durante el equivalente de una semana o más por año. A finales de siglo, esto se extendería a áreas donde hoy viven más de 118 millones de personas, o más de un tercio de la población de Estados Unidos.
“Tenemos poca o nula experiencia con el calor que no se puede medir en Estados Unidos”, dijo Erika Spanger-Siegfried, analista climática principal de UCS y coautora del informe. “Estas condiciones ocurren al alcanzar o al superar una sensación térmica de 127 grados Farenheit (52,8°C), dependiendo de la temperatura y la humedad. La exposición a condiciones dentro de ese rango hace que para el cuerpo humano sea difícil enfriarse y podría ser fatal”.
En general, el estudio mostró que las regiones del Sudeste y de las Grandes Llanuras del Sur (conocida como Southern Great Plains en inglés) enfrentarían la peor parte del calor extremo. Sin acción para reducir las emisiones, áreas de los estados en esas regiones experimentarían el equivalente de un promedio de tres meses por año con una sensación térmica mayor de 105 grados Fahrenheit (40,5°C), posiblemente tan alta como 115 grados Fahrenheit (46,1°C), 125 grados Fahrenheit (51,6°C), o más. En este plazo, partes de esas regiones y del Medio Oeste experimentarían por primera vez días de calor con una sensación térmica que no se puede medir. A finales de siglo, comunidades en cada estado contiguo de Estados Unidos experimentarían días con una sensación térmica que supera los 105 grados Fahrenheit (40,5°C), y casi un tercio de la población experimentaría el equivalente de dos meses de dicho calor. De manera similar, los días de calor que no se puede medir se extenderían a comunidades en los 47 estados.
Además, el análisis halló que, sin ninguna reducción de las emisiones globales, para mediados de siglo:
- 401 ciudades de Estados Unidos con más de 50.000 residentes experimentarían, en promedio, el equivalente de un mes o más por año con una sensación térmica que supera los 90 grados Fahrenheit (32,2°C) en comparación con 239 ciudades históricamente.
- 251 de esas ciudades experimentarían, en promedio, el equivalente de un mes o más por año de una sensación térmica que sobrepasa los 100 grados Fahrenheit (37,8°C) en comparación con sólo 29 ciudades históricamente.
- 152 de estas ciudades y más de 90 millones de personas en todo el país experimentarían, en promedio, una sensación térmica de más de 105 grados Fahrenheit (40,5°C) durante un período equivalente a un mes o más por año. Sólo tres ciudades (Yuma, Ariz., El Centro, Calif. e Indio, Calif.) y menos de 1 millón de personas en todo el país experimentan rutinariamente esas condiciones hoy en día.
- Más de 6 millones de personas experimentarían, en promedio, días de calor con sensación térmica que no se puede medir durante el equivalente de una semana o más por año.
Según el análisis, sin ninguna reducción de las emisiones globales, a finales de siglo:
- Casi todas las ciudades con más de 50.000 residentes del país (469 de 481) experimentarían, en promedio, el equivalente de un mes o más por año de sensación térmica que supera los 90 grados Fahrenheit (32,2°C). De esas, 389 ciudades experimentarían el equivalente de un mes o más por año de sensación térmica por encima de los 100 grados Fahrenheit (37,8°C).
- Alrededor de 300 de estas ciudades, y más de 180 millones de personas en todo el país, experimentarían, en promedio, el equivalente de un mes o más por año con una sensación térmica que supera los 105 grados Fahrenheit (40,5°C).
- Casi dos tercios del país por área experimentarían, en promedio, días de calor que no se puede medir al menos una vez al año, y casi 120 millones de personas (más de un tercio de la población de los estados contiguos de Estados Unidos) experimentarían, en promedio, el equivalente de una semana o más por año de estas condiciones sin precedente.
- Las ciudades con más de 50.000 residentes que experimentarían la mayor cantidad de días de calor que no se puede medir serían: Yuma, Ariz. (46); El Centro-Caléxico, Calif. (45); Casa Grande, Ariz. (40); Avondale-Goodyear, Ariz. (38); Indio-Cathedral City; Calif. (37); Phoenix-Mesa, Ariz. (32); Brownsville, Texas (31); Lake Jackson-Angleton, Texas (27); Ciudad de Lake Havasu, Ariz. (26); Alejandría, La. (24); Conroe-The Woodlands, Texas (24); Harlingen, Texas (24); y Victoria, Texas (24).
- Si se cumple el objetivo del Acuerdo de París, y el calentamiento global promedio en el futuro se limita a 2 grados Celsius, para finales de siglo Estados Unidos vería, en promedio, la mitad de días por año con una sensación térmica por encima de los 105 grados Fahrenheit (40,5°C), y casi 115 millones menos de personas experimentarían el equivalente de una semana o más de días de calor que no se puede medir.
El análisis calculó la frecuencia de días con umbrales de sensación térmica por encima de 90 grados Fahrenheit (32,2°C), el umbral tras el cual los trabajadores al aire libre generalmente se tornan susceptibles a enfermedades relacionadas con el calor, así como por encima de 100 y 105 grados Fahrenheit (37,8 y 40,5°C), umbrales tras los cuales el Servicio Meteorológico Nacional (NWS, por sus siglas en inglés) recomienda emitir advertencias de calor y avisos de calor excesivo, respectivamente. El número de días con alta sensación térmica se calculó promediando las proyecciones para los meses entre abril y octubre de 18 modelos climáticos de alta resolución. El informe analizó estas condiciones bajo tres posibles escenarios a futuro. El “escenario sin acción” supone que las emisiones de carbono continúen aumentando y que la temperatura promedio global aumente casi 4,3 grados Celsius (aproximadamente 8 grados Fahrenheit) por encima de los niveles preindustriales a fin de siglo. El “escenario de acción lenta” asume que las emisiones de carbono comenzarán a disminuir para mediados del siglo y que la temperatura promedio global aumentaría 2,4 grados Celsius (4,3 grados Fahrenheit) para fin de siglo. En el “escenario de acción rápida”, el calentamiento global promedio se limita a 2 grados Celsius (3,6 grados Fahrenheit), en concordancia con el Acuerdo de París. Todos los datos poblacionales que se presentan aquí, incluso aquellos usados en proyecciones a futuro, se basan en el censo más reciente de Estados Unidos realizado en el año 2010 y no toman en cuenta el crecimiento de la población ni cambios en la distribución.
“El aumento en días con calor extremo cambiará la vida en todo el país, pero con diferencias regionales significativas”, dijo Rachel Licker, científica climática sénior de UCS y coautora del informe. “Por ejemplo, en algunas regiones que hoy día no están acostumbradas al calor extremo, como el Medio Oeste superior, el Noreste y el Noroeste, tanto la capacidad de las personas como la de la infraestructura para enfrentarlo es muy inadecuada. Al mismo tiempo, las personas en los estados que ya experimentan un calor extremo, incluso en el Sudeste, las Grandes Llanuras del Sur y el Sudoeste, no han visto este tipo de calor. A finales de siglo, es posible que se tenga que alterar la manera de vivir de forma significativa para lidiar con el equivalente de hasta cinco meses al año con una sensación térmica por encima, o muy por encima, de 105 grados Fahrenheit (40,5°C). No sabemos lo que las personas podrían y estarían dispuestas a soportar, pero tal calor seguramente podría desplazar en gran escala a las personas hacia regiones más frías”.
El informe señala que el aumento del calor podría afectar particularmente a los trabajadores al aire libre y, por lo tanto, a los sectores que dependen de su trabajo.
“A fin de siglo, durante la mayoría de los días entre abril y octubre, los trabajadores de la construcción en partes de Florida no podrán trabajar afuera de forma segura durante el día porque la sensación térmica excedería los 100 grados Fahrenheit (37,8°C)”, dijo Dahl. “Del mismo modo, los centros agrícolas como Illinois y el Valle Central de California se verían en dificultades para garantizar la salud de los trabajadores agrícolas bajo una sensación térmica que supera los 90 grados y 100 grados Fahrenheit (32,2°C y 37,8°C), respectivamente, por el equivalente de aproximadamente tres meses al año. Si los trabajadores agrícolas no pueden trabajar como consecuencia del calor extremo, esto podría afectar la productividad de las empresas agrícolas”.
Las personas expuestas al mismo evento de calor pueden tener diferentes niveles de riesgo para la salud relacionado con el calor, siendo los niños, los adultos mayores, las personas con necesidades especiales, y los trabajadores al aire libre los que tienen mayores riesgos de sufrir enfermedades y muertes relacionadas con el calor. Los habitantes de las ciudades se enfrentan al efecto de isla de calor urbano, un fenómeno en el que los materiales y las superficies que retienen el calor aumentan las temperaturas, especialmente en la noche, lo que puede aumentar las tasas de enfermedades relacionadas con el calor. Mientras tanto, los residentes de algunas áreas rurales pueden enfrentar un mayor riesgo de hospitalización y muerte relacionadas con el calor dada su distancia de centros climatizados e instalaciones médicas.
“Las comunidades de bajos ingresos, las comunidades étnicas y raciales minoritarias, y otras poblaciones vulnerables pueden estar particularmente en riesgo cuando se las expone al calor extremo”, dijo Juan Declet-Barreto, científico climático de UCS y coautor del informe. “Históricamente, las desigualdades sociales y económicas han llevado a que estas comunidades tengan a menudo acceso limitado al transporte, a los centros climatizados y a servicios de salud, y pueden carecer de aire acondicionado o de recursos económicos para hacerlo funcionar”.
El informe muestra claramente cómo las acciones tomadas o no tomadas dentro de los próximos años para reducir las emisiones ayudarán a determinar qué tan caliente y húmedo será nuestro futuro. Cuanto más esperen Estados Unidos y otros países para reducir drásticamente las emisiones, menos factible será hacer realidad el “escenario de acción rápida" presentado en el análisis.
“La mejor forma de evitar los más dañinos impactos de un futuro sobrecalentado es mediante la promulgación de políticas públicas que reduzcan rápidamente las emisiones carbono y ayuden a las comunidades a prepararse para el calor extremo que ya es inevitable”, dijo Astrid Caldas, científica climática sénior de UCS y coautora del informe. “El calor extremo es uno de los impactos del cambio climático que mejor responden a las reducciones de emisiones, lo que hace posible limitar cuán extremo se tornará el calor de nuestro futuro para los niños de hoy”.
Los gobernadores y legisladores estatales han comenzado a moverse hacia una meta de cien por ciento de energía limpia, y el Congreso está considerando una gama de políticas públicas sobre energía y clima que incluyen estándares de energía renovable, infraestructura con resiliencia al clima e incentivos a la innovación, que pueden contar con apoyo bipartidista y que podrían ayudar a mantener a raya lo peor.
“Para garantizar un futuro seguro, los oficiales elegidos necesitan urgentemente transformar nuestras políticas públicas de clima y energía vigentes”, dijo Rachel Cleetus, economista principal, directora de política pública de UCS y coautora del informe. “Los economistas recomiendan poner precio a las emisiones de carbono para contabilizar adecuadamente los daños que crea la economía basada en combustibles fósiles y demonstrar intenciones de proteger el medio ambiente”.
El informe incluye una gama de recomendaciones de preparación para los gobiernos, que incluyen: invertir en infraestructura con resiliencia al calor; crear planes de adaptación al calor y de respuesta a emergencias; expandir el financiamiento para programas con el propósito de brindar asistencia para proporcionarles aire acondicionado a hogares de ingresos bajos y fijos; orientar a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) para establecer estándares de protección laboral para los trabajadores durante días de calor extremo; exigir a las empresas de servicios públicos que no suspendan el servicio eléctrico a los residentes durante eventos de calor extremo; e invertir en investigación, herramientas de datos y comunicación pública para predecir mejor el calor extremo y mantener a salvo a la gente.
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